Muchos me habéis preguntado de dónde surgió Isabeau de Fuòc, y aquí y aquí he contado en qué trobairitz me inspiré para crearla.
Pero los personajes son fruto de muchas fuentes de inspiración, y por eso me gustaría contaros algo más de Isabeau, y también de los demás personajes de La perla negra, cada semana. Empiezo por Isabeau porque es la protagonista de la novela, pero como se trata de una aventura coral, todos tendrán su oportunidad: el obispo Rotger de Montlaurèl, el capitán Guerrejat, el judío Salomón, el toledano Íñiguez, la vizcondesa Ermengarda de Narbona, un viejo conocido de mis dos anteriores novelas históricas, La dama y el león y La tierra de Dios, el clérigo Walter Map, y el resto de los componentes de la cofradía de los ladrones de Narbona.

Manuscritos medievales de la Parker Library, de la Universidad de Cambridge.
Isabeau de Fuòc tiene un nombre sugerente, porque en occitano fuòc quiere decir fuego: y en efecto, es que Isabeau es pelirroja. Igual que su madre, que murió quemada por bruja, su pelo es visto como una amenaza por la sociedad de su época, la Edad Media del siglo XII, con sus supersticiones y religiosidad exacerbada. Sin embargo, en el sur de Francia surgió una corriente de mujeres poetisas que componían y cantaban sus propias creaciones, llamadas trobairitz. Eran una luminosa excepción, es cierto, para un tiempo que si bien no era tan oscuro como algunas versiones nos han hecho creer (os recomiendo que si os interesa ese tema, profundicéis en la lectura de cualquier obra de Jacques Le Goff o Georges Duby, dos magníficos historiadores franceses), sí es cierto que dificultaba el acceso de las mujeres al poder, la educación y en definitiva, la libertad. Por ello la existencia de poetisas que se movían a placer de corte en corte, y cuyos versos han llegado hasta nosotros, es un legado que no debemos dejar que se olvide.

Una de las imágenes que nos ha llegado de la condesa Beatriz de Dia.
En su maravillosa obra Los trovadores, el historiador Martín de Riquer incluye varias, y entre ellas probablemente la más conocida sea la condesa Beatriz de Día. Eran sus obras las que escuchaba cuando escribía La perla negra, y su poesía y la de otras trobairitiz aparece en el libro, cantada por Isabeau de Fuòc cuando se encuentra en la corte de la ciudad de Narbona. Si bien de orígenes muy distintos, pues Beatriz procede de una familia acaudalada el personaje de Isabeau nace en la pobreza, ambas comparten un deseo, un anhelo: la libertad de vivir en la poesía y para la poesía.
Si habéis leído algunos fragmentos de La perla negra, sabréis que Isabeau de Fuòc no puede permitirse ese lujo, y que por eso pertenece a la cofradía de los ladrones que regente con puño de hierro el astuto Salomón. De él os contaré más, en la próxima entrada dedicada a los personajes de La perla negra.