Septiembre es un enero disfrazado de cordero, un volver a empezar pero sin brindar con champán ni contar campanadas. Aunque el verano ya no sea la larga pausa de nuestras infancias, más bien un sueño ligero del que despertamos preguntándonos si realmente ha sucedido, si no era todo mentira.

Al menos, así es septiembre para mí y para mucha gente que conozco. Los que estamos vinculados al mundo del libro vivimos este mes como un principio de año. Y esta entrada va de principios: hace unos días anunciaba en este blog, en mi Facebook y también en Twitter, que ya estaba en ebook La dama y el león, mi primera novela. Es un nuevo principio para una novela, y ahora quiero anunciaros un final que me alegra muchísimo. Ya está entregado el manuscrito de La perla de Montlaurèl, la tercera novela histórica que he escrito. Transcurre en el sur de Francia, en la Narbona medieval del siglo XII, está llena de aventuras, poesía y emoción, y espero que os guste.

Ha sido difícil dar por terminada esta novela, por muchas razones. El trabajo, las tareas diarias, el proceso de revisión que para mí siempre es interminable… Quizá también porque ponerle punto final es satisfactorio (¡y necesario, para que llegue a los lectores!), y al mismo tiempo tiene ese sabor agridulce de las despedidas: los personajes que llevan tiempo acompañándome, ya no estarán ahí. Eso, aunque parezca extraño, es triste. Las ficciones también se echan de menos.

Como todos los finales, también es un principio: La perla de Montlaurèl empezará su viaje ahora, y no puedo estar más feliz.